Una mesa con historia, chistes, cuentos y lápices afilados
El último streaming de Orsai —excepcionalmente en miércoles porque el viernes fue feriado— fue una sobremesa larguísima, deliciosa, llena de historias nuevas y viejos conocidos. En la Sala Casals, la mesa de redacción se convirtió en tertulia de lujo: pasaron Horacio Altuna, Marcelo Birmajer, Juan Sklar, Carlos La Casa, Leandro Katz y algunos invitados que también dijeron lo suyo.
Altuna, que vino desde Sitges especialmente para vernos las caras, habló de sus años como dibujante del Loco Chávez, del señor López, del erotismo gráfico que hoy sería cancelado y del orgullo de seguir ilustrando a los 83 como si tuviera veinte. Contó anécdotas con Carlos Trillo, se emocionó con los recuerdos y se rió de casi todo.
Marcelo Birmajer pasó a saludar y se quedó interpretando cuentos en voz alta. Habló de sus libros juveniles, del oficio de contar en voz alta, del vértigo de actuar como juglar en escuelas, de la diferencia entre narrar e interpretar y de su programa radial a la madrugada. Como siempre, se fue con una sonrisa y tres ideas nuevas.
Carlos La Casa, uno de los ganadores de los Concursos Orsai, compartió cómo pasó de lector a autor con su obra Sucursal, que terminó su primera temporada justo ese sábado. Habló del proceso de escribir teatro, de los ajustes en vivo, del ida y vuelta con el público y de lo que viene: gira y nuevos proyectos.
Juan Sklar, que venía de contar su historia en otra transmisión anterior, se sumó a charlar sobre literatura, frustraciones, talleres, bloqueos fingidos y el oficio de escribir aunque no haya tiempo. Como siempre, inteligente y provocador.
Y el invitado revelación fue Leandro Katz, el autor de las frases al pie de la revista. Contó cómo llegó a Orsai desde un mail perdido, cómo vive en «modo frase» desde que le pedimos 120 para la edición pasada, y cómo ya tiene 170 nuevas listas para futuras revistas. Habló de sus métodos, de su amor por el juego de palabras, de lo que no se puede tercerizar con inteligencia artificial y dejó un par de joyitas como «Eché al mozo porque no servía» o «El tiempo dirá si soy buen meteorólogo».
Se habló de creatividad, de oficio, de humor, de inteligencia artificial y de cómo no perder la voz propia en medio del ruido. Hubo risas, confesiones, frases memorables, y promesas de repetir.
La próxima mesa será el viernes 9 de mayo, con nuevas caras, ideas frescas y, seguro, alguna frase afilada esperando salir al pie de página.